jueves, 12 de febrero de 2015

Carnaval , Te quiero


Creo que esta dentro de ser un niño ese amor por los personajes y los disfraces , al menos en mi caso, iba implícito en mi ADN  , aun me rió y recuerdo como si fuese ayer todas y cada una de las veces que he cogido ropa del armario de mi madre y le he hecho un "desaguisado" como decía ella para sacarme de la mano algún disfraz estrambótico.

No se si serán estos días grises y plomizos o un poco de crisis de los 36,  que me hace que resuene con fuerza ese complejo de Peter Pan que tengo.

Con todas las actividades que tienen en esta semana de carnaval , no puedo por más que sentir un poco de envidia y desear volver a esos días , donde un disfraz podía convertirme en lo que quisiese.

Volviendo aterrizar en la tierra , aquí me hayo pensando aun como voy a disfrazar a mi pequeño Eiden de Turista , no me lo han puesto fácil ji ji . ¿como es un turista , exactamente?

Con Paula ,  lo tengo un poco mejor ya que la temática medieval da mucho de sí .Y con algo de tela de tapicería que tenia por casa estamos apañando un disfraz de dama precioso, del que os muestro un detalle.

Prometo mañana enseñároslo como es debido .




Siempre he estado enamorada de los disfraces de bebe , es que son tan monos , y ahora que los míos ya no tienen esa edad , me hubiese gustado haberme hecho con alguno , para todas las que tenéis bebes , aprovechad que están para comerlos...


Las ideas son tantas como os de la imaginación , en mi caso he de decir que me gusta más hacerlos y que sean cuanto más raros mejor.








Este seguro que a los fans de las tortugas Ninja les encantará , es super sencillo de hacer .Con un poco de fieltro y relleno de cojín para el caparazón , ¡VOILA!


Este con papel de embalaje marrón y una pistola de silicona , fijaros que cosa tan bonita y sencilla de hacer.









Bueno espero haberos contagiado las ganas de hacer disfraces y a disfrutar muchisimo del carnaval.

Prometo fotos de los disfraces ya acabados , un besote muy gordo y como diría mi gran Celia Cruz .

¡¡Azucar!! que la vida es un carnaval

miércoles, 4 de febrero de 2015

Menos gritos milagritos....

He elegido un título gracioso para quitarle algo de violencia a tema de hoy , que desde luego lo miremos por donde lo miremos,  la tiene , al menos para mi.
El otro día leía este articulo ,  y no he podido por más a la vez que preocuparme (porque es cierto que todos perdemos los estribos en alguna ocasión) sino confirmar mis sospechas de lo terriblemente dañino que es elevarles la voz a los más pequeños.
Sin duda , muchas veces acaban con nuestra paciencia y simplemente como yo digo quiero creer que se nos escapa.
Hagamos un ejercicio de introspección y que esté entre nuestros nuevos retos el conseguir como decían en aquella famosa serie de los 90  "yo me calmaré todos lo veréis" y contemos hasta 10 o 20 si fuese necesario.
No hace falta explicar mucho , solo leerlo no tiene desperdicio.

  1. Gritar convierte a los niños en sordos

Cualquier explicación o aprendizaje que queramos darles con el grito será inútil, porque los oídos de nuestros hijos se cierran automáticamente después de oírlo. Después de una interacción negativa nadie está dispuesto a escuchar con verdadera atención y con ganas de aprender y mejorar, eso solo se consigue con interacciones positivas. Si queremos hacer mejores a nuestros hijos, no lo conseguiremos a gritos.
  1. Gritar no ayuda a gestionar las emociones

Nosotros somos un ejemplo de comportamiento de nuestros hijos. Cuando perdemos el control y gritamos, lo que les enseñamos es a gestionar la ira y la rabia con agresividad. Conseguiremos unos adolescentes llenos de rabia que gritan y pierden el control delante de la explosión de emociones que se tiene en esa etapa evolutiva. Si nosotros ayudamos a nuestros hijos a gestionarlo de otra manera, con autocontrol, con calma, hablando abiertamente de las emociones en casa, ellos aprenderán a dar respuestas más adecuadas a la ira y a la rabia. Si oyes gritos aprendes a gritar.
  1. Gritar asusta a nuestros hijos

Ellos sienten miedo al principio y después rabia e impotencia. ¿Es miedo lo que queremos que sientan nuestros hijos? Seguro que no, nuestra intención cuando gritamos es que obedezcan, que aprendan, que hagan lo correcto, que nos respeten, etc… pero no queremos provocarles miedo. Por lo tanto, con nuestra actitud no conseguimos el efecto que queremos: el respeto se gana respetando, la obediencia se gana con paciencia, los aprendizajes requieren un tiempo y un esfuerzo y que hagan lo correcto dependerá en gran medida de nuestro propio comportamiento.
  1. Gritar los aleja

Cada vez que les gritamos, ponemos una piedra de un muro que nos separa. Perdemos autoridad positiva, perdemos respeto, perdemos comunicación, ganamos distancia, ganamos frialdad en las relaciones, ganamos más gritos y ganamos malestar emocional.
  1. A más gritos, menos autoestima

Educar a gritos tiene un efecto nefasto sobre la autoestima de nuestros hijos. Lejos de sentir que estamos orgullosos de sus logros y sus esfuerzos, lo que sienten es que nunca están a la altura, hagan lo que hagan, siempre aparecen los gritos y borran cualquier sentimiento de haber hecho algo bien.

Besitos.... y a recordar que educar es una de las tareas más complicadas que existen, ¡ ánimo!